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GLORIOSO TRIUNFO DEL PRÍNCIPE ARJUNA, de FRANCISCO AYALA

12,00

Título: Glorioso Triunfo del príncipe Arjuna, edición de Manuel Ángel Vázquez Medel
Autor:  Francisco Ayala
Editorial: Entorno Gráfico Ediciones
ISBN: 978-84-16319-86-2
Nº de páginas: 84
Tamaño: 135×200 mm
Fecha de publicación: octubre 2020
Idioma: Castellano
Genero – materia: Narrativa
Edición: 1ª edición
Material portada: Tapa blanda
Colección:Ciclos del Torno Gráfico

Descripción

Según nos ha referido Ayala, aunque Glorioso triunfo es un relato madurado durante toda su vida, su origen es un tanto fortuito. Por más que sabemos bien la función trascendente que nuestro autor asigna a acontecimientos aparentemente casuales o inesperados. Esperando el avión en el aeropuerto J. F. Kennedy de New York, en 1980, se le acercó una chica ataviada con un sari, la tradicional túnica hindú. Ella vendiendo una hermosa edición de la Bhagavadgītā con ilustraciones, que Ayala conservó con afecto. A partir de la lectura directa del Canto del Bienaventurado surge este relato, en el que se funden otros recuerdos y fuentes, muy especialmente de carácter plástico.

Muchos años antes, en 1957, aún con 50 años, Ayala decide aprovechar una licencia sabática para emprender un largo e importante viaje a Oriente (“especie de recodo en el camino de mi vida que significó una búsqueda de otros horizontes, en lo externo tanto como en lo íntimo”). Ayala decidió hacer este largo viaje solo hacia Oriente, “en procura de alejamiento y olvido”. En tal periplo que, sin excesivos detalles, relata también en Recuerdos y olvidos, llegó hasta la India. A finales de enero o principios de febrero de 1957, emprende desde París un viaje en el que visita Estambul, Beirut, Bagdad y Teherán, y recorre varios lugares de Pakistán y la India. En marzo, cuando se encuentra en Bombay, recibe una propuesta para enseñar de manera estable en Princeton University, donde ya había sido profesor invitado. Regresa a América desde Nueva Delhi. A pesar de que no fue mucho el tiempo de su estancia en la India, en Ayala debió quedar una profunda huella.